Primal Scream regresa a lo grande con “More Light.
El combo británico liderado por Bobby Gillespie acaba de editar su nuevo disco, que por suerte fue publicado en la Argentina, y en él reformulan muchos estilos en una grabación por la que pasaron decenas de músicos, entre los que se destacan Robert Plant cantando en “Elimination Blues”.
Con el correr de los años, Primal Scream se ha reducido a Bobby Gillespie y el guitarrista Andrew Innes, que cuentan con una infinidad de colaboradores en estudio a los que suman Martin Duffy en teclados, Darrin Mooney en batería y Simone Butler y Jason Faulkner en bajo, que suelen integrar la banda en vivo.
El disco abre con el larguísimo delirio entre psicodélico, funky dance, con unos arreglos de vientos totalmente deformados, mientras Gillespie susurra y la canción se prolonga durante 9 minutos.
La psicodelia, con aires caribeños y brasileños, se prolonga en la locura de “River of pain”, que bien podría ser banda de sonido de alguno de los filmes más pesados del alemán Werner Herzog.
Tanto en “River of pain” como en “Tenement kid” que tiene un comienzo de canción pop, el blues electrónico y psicodélico lo aportan en conjunto los Primal Scream y la Sun Ra Arkestra, que fue convocada para esta canción por el productor David Holmes.
La decisión de meter de todo en una coctelera fue a fondo por parte de los Primal Scream, que incluyen cítara, un güiro y percusiones latinas en varias canciones, como en la más negra aún “Culturecide” que bien podría ser banda de sonido de un ritual vudú en el profundo Nueva Orleans creole y haitiano.
En esta canción aportó su voz, su guitarra y sus arreglos Mark Stewart, líder la desaparecida banda de post-punk británica The Pop Group, que también incursionó en el free jazz, el reggae, el funk y el dub.
En “Hit Void”, los Scream retoman el pulso rockero y bajan el tiempo unos minutos, para jugar a toda velocidad a esa relectura del rock and roll desde su visión acid house; mientras que “Invisible City” es la canción más fácil del disco, con buenos arreglos de bronces y unos angelicales coros femeninos.
Gillespie sorprende a todos cuando toma un clásico de los malditos del punk y blues estadounidense, los Gun Club -una de las bandas preferidas del Cadillac Sergio Rotman-, “Goodbye Johnny”, para hacerla más cadenciosa, casi de cabaret europeo, con Gillespie susurrando buscando seducir, en forma elegante, pero reventada.
“Elimination Blues” arranca como un blues denso, casi electrónico y de repente el Mississippi irrumpe correntoso, mientras Plant brilla con su voz en agudo, y los coros femeninos vuelven a embellecer la canción, siempre a caballito de una buena percusión afro.
A esta altura, es increíble y no resiste análisis cómo una banda que hizo del reviente casi una forma de vida, haya sobrevivido a tanto y todavía se tome en serio el componer buenas canciones y grabar un gran disco.
“Relativity” es un ritmo lento a lo Primal, bien ambientada, con momentos de mayor machaque, pero que le funciona muy bien al disco; mientras que “Walking with beast” en la que escuchamos la voz desnuda de Gillespie a caballo de unos buenos arreglos de guitarra, algunos acordes de una cítara, es una de las grandes canciones del disco.
El disco, que constituye un gran regreso de los Primal, cierra con ese rock negro, con percusiones, vientos y coros góspel al estilo de canciones anteriores de la banda como “Movin` on Up" del discazo “Screamadelica”, “Country Girl” y “Rocks”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario