En exclusiva Maximiliano Djerfy, ex guitarrista de la banda, cuenta su verdad sobre la tragedia de República Cromañón y devela las diferentes actitudes que lo hicieron abandonar al grupo, trompadas incluidas.
Después del fuego
En el Hospital Fernández, mientras llevaba a su papá a curarse las escaras tras el incendio del boliche República Cromañón, Maximilano Djerfy, guitarrista de Callejeros, escuchó una advertencia. "Mirá que están haciendo toni contra la banda. Van a ir contra ustedes", le dijo el padre de un sobreviviente. No entendió. Eduardo Vázquez había perdido a su mamá en la tragedia; Pato Santos Fontanet, a su novia; Diego Argañaraz, a su esposa; él, a buena parte de su familia. Pero el clima se estaba enrareciendo. En las marchas para pedir "justicia" ya no eran tan bienvenidos y, en febrero de 2005, el juez Julio Lucini ordenaba la detención del manager de la banda. "Ahí fuimos a ver al abogado, Mariano Silvestroni y le dijimos: «Lo tenemos que sacar a Diego, vamos a decir que todos decidíamos todo»."
-¿Y qué les dijo Silvestroni?
-Dejó hacer lo que nosotros quisimos. Fuimos y firmamos todos esa declaración, diciendo que todos hacíamos todo. Como en el colegio, cuando preguntan "¿quién fue?", y todos contestan: "Fuimos todos". Fue así.
-¿Quién sugirió hacer eso?
-Patricio. Porque no podíamos dejar tirado a Diego. Llegamos por Diego, también.
-¿El abogado no los pudo dominar?
-No, nadie podía.
-¿No se dieron cuenta de la gravedad de lo que estaban haciendo?
-Juancho Carbone dijo: "¿Saben lo que va a pasar? Nos van a meter a todos adentro. En vez de uno, vamos a ser ocho". El error fue meter todas las cabezas debajo de la guillotina.
-¿Vos qué pensaste en ese momento?
-Yo no pensé nada. Lo único que pensaba era que no había nadie en mi casa. Quería saber qué había pasado con mi familia, se habían muerto todos. No tenía cabeza para nada más.
En marzo de 2005, Diego salió en libertad. En junio, estaban todos procesados por homicidio culposo. Lucini consideró que el grupo "incentivaba el uso de bengalas". En el hospital Alvear, los ocho Callejeros empezaron terapia de grupo. "Pato decía que quería hacer remeras. Juancho, poner un puesto de panchos. Yo quería volver a tocar", dice Maxi.
-¿Por qué querías volver?
-Porque era mi trabajo. A mi tío se le murió la hija y a los diez días estaba de nuevo manejando el remís. Si te quedás sin laburo, ¿qué hacés? Esto es lo que yo sé hacer.
-¿Qué te generaba?
-Una revancha. No se podía dejar todo ahí.
-¿No pensabas que a los familiares les podía molestar?
-Molestaba que volviéramos y que no volviéramos. A mí me molestaba no volver. Había perdido a toda mi familia. Sentí que me pasaban por encima. Después hubo que juntar plata para afrontar el juicio, pagarles a los abogados.
Maxi también se separó de su novia Silvana. "¿Sabés cómo caí en toda la gente que se había muerto? Me mudé solo, compré dos planchas de telgopor y empecé a pegar fotos. Armé dos cuadros grandes y los miré durante un año seguido."
-¿Alguna vez te sentiste culpable?
-No. Sí me sentí responsable, por eso pedí perdón, porque nos habían ido a ver a nosotros, y porque me remití mucho a las declaraciones de Juancho y de Pato. Pero yo no hice nada para que pasara lo que pasó. Tengo el recuerdo de mi familia, pero a la noche me acuesto y duermo. No tengo pesadillas. Esa noche, yo estaba tocando la guitarra. A mí me tienen que decir qué hice yo, Maximiliano Djerfy, para que pasara lo que pasó. Lo penal es individual, no nos pueden juzgar en banda.
El grupo abandonó la terapia -"como eran psicólogos del Gobierno de la Ciudad, los pibes decían que nos estaban sacando información"- y resolvió volver. Después de la edición de Señales (en el que Maxi incluyó la canción "Día a día", para Carol y Alicia), tuvieron su gran regreso en el Chateau Carreras, el 21 de septiembre de 2006. Pero la tragedia había dejado secuelas. Diego ya no era el manager. Algunos miembros de la banda habían resuelto echarlo, con piñas incluidas, pese a la resistencia de Pato.
Con algunas trabas y muchas quejas, los shows siguieron por el interior del país. La Justicia le subió la carátula (quedaron procesados por estrago doloso y cohecho activo por pago de coimas). La banda siguió tocando y, desde los escenarios, se encargó de hacerle publicidad a Rocanroles Argentinos, la nueva licenciataria de merchandising oficial de la banda, que hacía su aparición en escena. La titular de Rocanroles sería Paula Mangone, amiga de Pato e hija de Oscar Mangone, un conocido sindicalista del gas. Las reglas de juego cambiaban. Ya no eran una cooperativa y no todos cobraban por igual.
El grupo echó a su segundo abogado, Eduardo Guarna, quien les había sugerido romper con la idea de la horizontalidad en la toma de decisiones. Para el juicio, contrataron a otros tres letrados: Analía Fangano, Martín Gutiérrez y Alejandro Bois, quien se abocó a la defensa de Argañaraz. Mientras Maxi intentaba averiguar, carta documento mediante, qué era Rocanroles, cuánta plata manejaba, y cómo estaban los números de la banda (a razón de una entrada promedio de 50 pesos por show recaudarían, como mínimo, medio millón en bruto, por presentación); una interna dejaba a Fangano fuera del Orfeo de Córdoba y, una semana antes del juicio, en agosto de 2008, el grupo decidía dejarla de lado. Todos, menos Maxi.
Fuente: Rolling Stone
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