Fue la primera presentación del año que realiza el ex frontman de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Llegaron fanáticos de distintos puntos del país y el mundo.
Una nueva fiesta ricotera se desató a partir de las 21.40, cuando arrancó el concierto con "Todos a los botes!", para luego dar paso a "No es Dios todo lo que reluce", dos temas de su más reciente álbum "El perfume de la tempestad".
Acompañado por los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, el "Indio" después tocó "Martini y los Tafiroles", de su anterior disco Porco Rex.
"¿Adónde están los que viajamos 1.600 kilómetros?", preguntó el cantante a la multitud, para luego tocar la canción "El infierno está encantador", un clásico ricotero que aumentó aún más la adrenalina del público.
"Un ángel para tu soledad", "Héroe del whisky" y "Pabellón séptimo" sonaron a continuación y luego la lista de temas siguió con "Torito es muerto" y "Vino Mariani".
Luego de un intervalo, la sólida banda arremetió con "Queso ruso", otro poderoso tema de "Los Redondos". El "Indio" aprovechó la oportunidad para recordar que este año se cumplen 35 años del último golpe militar y dijo: "Sé que hay muchos jóvenes que no estuvieron en ese momento, pero no está mal que aceitemos la memoria para que eso no vuelva a pasar nunca más".
Después sonaron "El tesoro de los inocentes", "¿Tomasito podés oírme? Tomasito podés verme?", "El arte del buen comer", "El regreso de Mao", "To Beef or not to beef", "Black Rusian" y "Por qué será que no me quiere Dios", "El lobo caído", "Cruz diablo" y "Pedía siempre temas en la radio", para cerrar la segunda parte del concierto.
El regreso al escenario de los músicos fue con "Vamos las bandas" y "Maldición va a ser un día hermoso".
A continuación, los fanáticos encendieron unas 50 bengalas para acompañar la canción "Juguetes perdidos", otro clásico ricotero, para poner mayor color y humo a la fiesta y sorprender tanto a los organizadores como a muchos de los presentes.
El final fue con "Flight 956" y el ya mítico himno ricotero "JiJiJi", tema con el que suele cerrar cada recital y dar pie así al llamado "pogo más grande del mundo".
La entrada única a $80 facilitó la masiva concurrencia que realizó largas colas para ingresar al estadio mundialista donde la policía impidió el ingreso de bebidas alcohólicas, aunque hubo bengalas, que los asistentes se apresuraban a apagar cuando llegaban al piso.
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