De Bersuit quedan recuerdos traducidos en un puñado de canciones, una cara y una voz. Lo que Gustavo Cordera propone ahora es otra cosa, aunque tenga puntos en común con aquel pasado que él dice honrar, pero que está allá lejos... es pasado.
El show para presentar "La caravana mágica", su segundo disco como solista -y su primera actuación en Tucumán con este formato- fue extraño. Él, las tres coristas y cinco de los músicos de la banda (el sexto es el sonidista, que va y viene de la consola al teclado), aparecieron delante del telón del Teatro San Martín, con un gong que hizo las veces de caja para acompañar una copla. Y después de ese mantra zen-andino, sonó "Estoy real".
El tema empezó con el rasgueo del charango de Juanito El Cantor (de raíces tucumanas). Fue una de las huellas que siguió el show. Las vertientes de la música latinoamericana, con mucho del folclore nuestro, están ahora más marcadas, como también su aplacamiento escatológico y sexual, que reaparecen sólo cuando canta alguna canción de la banda que lideró durante más de 20 años.
A los nostálgicos
Para los bersuiteros, entre los que figuran hasta los músicos de la nueva banda, hubo un set y luego un par de bonus: "Un pacto", "La soledad" (sólo los varones quedaron en escena, respetando la recordada misoginia de aquel grupo), "Perro amor explota"...
Los músicos, jóvenes y virtuosos, como las coristas y la sensual tecladista, y los instrumentos, fueron los únicos elementos escenográficos (a excepción de la bandera Wiphala al pie de la batería) en una puesta con mucho para ver.
Contemplativo y sereno, Cordera habló poco, lo necesario. Dijo que por hablar mucho cometió demasiados errores, que prefiere comunicarse por medio de sus canciones, que le gusta lo que dicen de él los diarios y revistas aunque no siempre sean comentarios favorables y que prefiere que sea su corazón y no su cabeza el que se exprese. Lo dijo antes de cantar "Me la juego a morir", de su disco "Cordera suelto", donde se imagina a sí mismo como agua estancada que por una grieta regresa al mar.
Cordera parece estar alejado de aquellas fiestas orgiásticas que se vivieron en La Zona en los 90, o de esos masivos y frenéticos pogos en Central Córdoba, pocos años atrás. Es otro, un devoto que sostiene que "Dios es música".
La canción que afirma eso, y que se titula así, llegó después del promocionado "hit del verano": "La bomba loca". También marcó la presencia con el único trapo de la noche, trapito en realidad, con esa leyenda. Fue en el set final, a pura electrocumbia y con el público de pie bailando contra el escenario hasta que terminó "El lisiadito", "No es que sea viejo" (que en el disco canta a dúo con Ramón "Palito" Ortega) y "Asalto de cumbia", para despedirse con "Mi caramelo" (otra vez Bersuit) en una versión más ska.
El bis fue uno y largo. Una improvisación, como viene haciendo en sus últimos shows, con la idea de que luego el público deje sus datos en una planilla para registrar la canción en Sadaic a nombre de todos. En este caso, fue "la empanadita" el tema que se desarrolló, con gracia y más cumbia para elites.
Un lindo show, bien presentado y desconcertante. Impecable desde lo musical, e impactante desde lo visual aunque sin parafernalia. Eso es todo un mérito a esta altura. Raro. LaGaceta
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