Robert Smith y su grupo hicieron partícipes de un largo viaje autobiográfico a 40 mil personas que resistieron el frío penetrante de anoche, ya que esperaron 26 años para tener una nueva oportunidad de compartir un viaje musical con el influyente músico británico.
Anoche tanto la banda como el público pudieron dejar atrás aquel caótico e inconcluso concierto de 1987 en Ferro, y enterrarlo con casi tres horas de show y más de 38 canciones en el haber.
El viaje fue el trabajo de un talento que ha sido clave para la música mundial y en especial para la escena local, y que anoche podía identificarse en viejas canciones de The Cure, acordes que inspiraron a Soda Stereo, Fricción, Richard Coleman, la Sobrecarga, Sumo, Las Pelotas, Babasónicos, y más.
En el mundo del rock angloparlante, la influencia de Smith es gigantesca, fue el padre de la movida dark, influyo a las bandas sónicas y también es considerado clave por bandas de Ñú Metal como Korn, Deftones y Linkin Park.
Con una notable puesta en escena, un trabajo superlativo del iluminador, los Cure se entregaron reconociendo su deuda con el publico latino, durante 3 horas en las que repasaron toda su rica y extensa carrera.
Junto a Smith, con el pelo desgreñado y levantado como todos los darks, la cara con un poquito de maquillaje blanco, los labios bien rojos, estaba el eterno Simón Gallup, con su jopo y sus patillas rockabilly, sus bajos a la altura de la rodilla.
El baterista de la última etapa Jason Cooper, una máquina con un tempo perfecto, el tecladista Roger O`Donell y como sorpresa, en guitarra, Reeves Gabrels, ex colaborador de David Bowie durante parte de los 90 y ex integrante de Tin Machine.
Cuando el frío ya comenzaba hacerse sentir en los huesos, Cure subió al escenario y emergió de la mano de la hermosa “Plainsong” del excelente “Desintegración” de 1989, un disco que además fue uno de los sostenes del concierto.
De ese mismo disco, Smith tomó la bellísima “Pictures of you” y se la ofrendó de entrada al publico, con siete minutos de una canción de amor, de añoranzas y de recuerdos de aquellas fotos en las que aparece esa mujer con la que no pudo ser.
The Cure en River Plate 2013 (Argentina) – Lovesong.
Con el correr de los minutos, Smith fue perdiendo la timidez y al ver la excelente reacción del público se soltó más, y para eso sirvió que en el primer tramo, el grupo ofreciera preciosas versiones de clásicos como “Lullaby”, “Lovesong” y el hermoso “In Between Days”.
Estas canciones fueron intercaladas con largos pasajes instrumentales de climas cambiantes en temas cono “Push” y “The end of the world”, que confirmaron la maestría del grupo para hacer viajar a la gente en sueños con delirios oníricos.
The Cure en River Plate 2013 (Argentina) – High.
O`Donnell emocionó a todos arrancado de su teclados los conocidísimos acordes de “In Between Days” y “Just like Heaven”, mientras todos recordaban a ese chico/a que perdieron en su adolescencia y juventud. Porque The Cure siempre ha sido banda de sonido para rupturas, divorcios y abandonos.
Smith convirtió a la depresión en decenas de canciones, hizo del dolor angustiante de la separación el leit motiv de sus mejores discos, así como también trabajó los miedos, las fobias y las obsesiones más oscuras.
La carrera de esta banda británica es casi un Tratado de Psicología, por eso a veces suena enojada y furiosa y Smith canta a los gritos como en “Sleep when I dead”, “From the edge of the deep green sea”, “Push” y “Play for today”.
El rescate de la histórica “A forest”, del disco “17 segundos” de 1980 con una notable versión sirvió que Smith jugara con el miedo infantil a perderse en un bosque pero también puede servir como banda de sonido para cualquier película de terror, donde un ser inmundo y deforme mata parejas de exploradores perdidos en el bosque.
Nadie maneja los climas opresivos, siniestros y oscuros como Smith y sus amigos como lo hicieron con otro clásico de las tinieblas del alma como “Primario” del disco “Faith” de 1981 y “Bananafishbones” del CD “The Top” de 1984, mientras que el piano de O`Donnell y Smith haciéndose cargo de la primera guitarra embellecieron la noche con “Charlotte Sometimes”, un clásico que tuvo una versión notable.
Otra canción que emocionó a todo el publico fue “The Walk”, que sonó bien bailable, a la que le siguieron los alegres hits “Mint Car” y “Friday Im in love” y allí se disparó nuevamente la imaginación para recordar viejos tiempos, viejos amores.
Luego The Cure volvió a la oscuridad y a la opresión en canciones como “Doing the unstuck”, “Trust” y “Want”, donde llevo a la gente por un viaje a las profundidades de una caverna marina, con distorsiones, gritos de Smith y largos pasajes climáticos.
“Fascination Street” obsesionó aún más a la gente, que se embarcó en un viaje un tanto más duro con canciones como “Fight”, la opresiva “The Kiss”, “Shake dog shake” y “Prayers for the rain”, entre otras.
La banda volvió para dos tandas de bises y el segundo fue arrasador, sin piedad, en la que el grupo mostró su lado más bailable y su lectura del funky en canciones como “Hot Hot Hot” y “Let`s go to bed” y “Why cant I be you”, muy festejadas por la gente.
Una banda del post-punk como Cure también tiene un costado bailable, casi enfermizo y eso vino de la mano de los clásicos como “Caterpillar” y la hermosa “Lovecats”.
El cierre fue demoledor con versiones muy new wave de “Boys dont` Cry”, de “10.15 Saturday Night”, que tuvo un gran duelo de guitarras entre Smith y Gabrels, para luego despedirse con una arabesca versión de “Killing an arab”.
La deuda quedó saldada después de 26 años, y los más jóvenes pudieron disfrutar de un artista notable como Smith, casi creador de diversos estilos, mientras que los más veteranos viajaron al pasado en diferentes formas.
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