La formación del virtuoso bajista norteamericano Victor Wooten brilló ante una Trastienda repleta, que se encargó de dejar en claro que la decisión de agregar una tercera fecha porteña para el próximo lunes, atiende a los deseos del público por apreciar a un músico de excepción.
Wooten, que comenzó su gira por territorio argentino el miércoles 6 en Buenos Aires y el jueves en Neuquén, continuará hoy en Rosario, el domingo se presentará en Córdoba y luego, regresará a Buenos Aires para ofrecer su última performance en el marco de un tour que incluye además Brasil, Uruguay y Centroamérica.
Ovacionada desde el comienzo hasta la última nota, el conjunto apareció en escena y, sin mediar palabra, empezó a desgranar los primeros acordes que marcaban un inicio bien encendido.
Integrada por el tecladista Karlton Taylor, el guitarrista y hermano mayor Regi Wooten y Derico Watson en batería, la formación liderada por Victor Wooten estuvo a la altura de las circunstancias y dejó boquiabierto a un público que no podía entender la relación de los movimientos con la cadencia de los sonidos que recorrían un repertorio extraído de su vasta trayectoria musical.
Fue después que apareció Krystal Peterson, la cantante blonda oriunda de Ohio, y se apoderó del micrófono que en el transcurso de la noche compartió -en algunas ocasiones- con el líder del conjunto.
La dulce voz de Peterson, aunque a veces disonante, generó un ambiente más íntimo y relajado, dentro de la dinámica eufórica que planteaban los músicos.
Y se escucharon por primera vez en la noche, las palabras de Victor que entre el saludo de bienvenida y expresiones que denotaban la alegría por estar tocando en Argentina, tenía lugar la presentación de cada uno de sus colegas.
En tanto, los cuatro integrantes dejaron en evidencia que, como dice Wooten, “la música es un lenguaje” y ellos se entienden sin inconvenientes a la hora de subir al escenario y demostrar la calidad, sonoridad y profesionalismo de un trabajo que toman como filosofía de vida.
La delicadeza de Tylor en el teclado, logró alzar palmas y aplausos después de la presentación que obligó -casi inconscientemente- a descender la potencia que había implantado la banda en un principio.
Por su parte, la precisión y excelencia en cada movimiento que realizaba Wooten; la fidelidad de sus técnicas, en particular su slap con doble poping, dieron una clase magistral durante la hora y media que duró el recital.
La perfección y la velocidad que Wooten demostró en sus dedos son capaces de provocar diferentes sentimientos a lo largo de la noche. Pero la exactitud, decisión y velocidad en los movimientos, probablemente sean una cuestión de genética familiar, porque también su hermano Regi los movió con una ligereza que elevaron la temperatura de cada cuerda al rozarla.
Un párrafo aparte mereció el baterista Watson, quien en su primer y segundo solo se tomó tiempo para sorprender con su fuerza, y destreza a los espectadores; perfección en los movimientos que se tradujeron en cadencia, sonido limpio y exceso de aplausos.
En la noche tampoco faltó tiempo para las coreografías que Victor, Regi y Krystal montaron sobre el escenario, mientras continuaban tocando sus instrumentos con la misma intensidad.
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