La banda liderada por Daffunchio cerró la velada en el escenario principal. También se destacan los shows de Las Pastillas del Abuelo, Calle 13 y Catupecu Machu.
Esta edición del Cosquín Rock es verdaderamente inabarcable. Continuamente se superponen shows y actividades programadas que hacen que la selección de stops tenga que estar muy bien hecha. Y más cuando en la jornada del domingo también estuvo presente la lluvia, que siempre molesta y que, incluso cuando desaparece, deja su recuerdo: por lo general, una espesa capa de barro que complica bastante las caminatas.
Pero aun con las dificultades que trae consigo (resfríos incluidos), el agua también le da un barniz épico a ciertos momentos. Por ejemplo, cuando Eruca Sativa, en plena tarde lluviosa, interpretó su sentida versión de Amor ausente: mientras Gabi Pedernera rasgaba la armonía con una guitarra acústica.
Alguien se arrojó en tirolesa y el sonido que produjo el roce de la cuerda fue muy parecido al que cualquiera haría para pedir silencio.
De fondo, la lluvia y, en las pantallas, la imagen de Titi Rivarola: un momento inolvidable, que de haber tenido lugar en un horario más central (Palazzo, teléfono) se hubiera convertido en una de las grandes postales de todas las ediciones del festival.
Alrededor de las 21.30, un público bastante más numeroso que en la noche del viernes se dejaba contagiar por las rimas picantes de Residente, el frontman de Calle 13, cuyo arribo al Aeródromo tuvo algunas complicaciones –por un retraso en los vuelos y la imposibilidad de usar helicópteros por las condiciones climáticas, viajó el último tramo en un patrullero–, pero pudo llegar a tiempo y unirse a una de las agrupaciones más calientes del actual rock latino.
La mayor afluencia de gente, sin embargo, aguardaba los shows de Las Pastillas del Abuelo y Las Pelotas, dos clásicos del Cosquín Rock que nunca fallan en lo que proponen arriba del escenario.
El ala heavy tuvo su panzada a unos 800 metros del principal, con una sucesión abrumadora de sonidos metaleros en sus más variadas ramas. El cierre de ese espacio le correspondió a Almafuerte, el grupo de Ricardo Iorio.
Ante 15 mil húmedas camperas de cuero, el cimarrón heavy defendió a la jineteada y cuando le gritaron "puto" sentenció: "Ese me debe conocer desde cuatro grado". Antes, por ahí habían pasado los inspirados Angra, Viticus repasado completo Ruedas de metal y, al terminar su set, los Lethal se despidieron simulando ser estrellas del musical.
En el otro extremo, el Domo Naranja ofrecía el costado más pop del día, con un marco aceptable y un pequeño retraso que no modificó demasiado su programa. Por su parte, Fuerza Bruta y Favio Posca ratificaron que las propuestas más culturales y no estrictamente musicales también funcionan bien y ya exigen un lugar legitimado para los próximos años.
Aunque la mayor cantidad de personas comenzó a llegar al predio una vez que las gotas dieron tregua, muchos artistas actuaron frente a un número modesto de gente. Jotes y Astenia se encargaron de abrir el escenario central, dos créditos locales que defienden un punk veloz y vital, que remite tanto a los skates y las calaveras como a las aventuras adolescentes. Luego, el estilo cambió completamente con la actuación de Inazulina, una propuesta verdaderamente atípica y por eso bienvenida: rock gótico, de letras y aspecto oscuros, con una cantante de voz grave y dramática cuyo aspecto recordaba un poco a Lydia, la amiga de Beetlejuice. También pasarían Jauría, quien dedicó su concierto al barrio de Ituzaingó Anexo, y Carajo.
Y a propósito de la curiosa y saludable convivencia entre estéticas diferentes, cabe remarcar un gran gesto (tanto en lo humano como en lo artístico) que tuvo Catupecu Machu en medio de su recital. Al promediar Perfectos cromosomas, Fernando Ruiz Díaz anunció un intermezzo que tendría como protagonista a Lisandro Aristimuño: a partir de allí comenzó a sonar el riff central de Es todo lo que tengo y es todo lo que hay, del cantautor rionegrino. Por extraño que parezca, la combinación sonó poderosa y sensible, dos planetas en apariencia opuestos que pueden funcionar juntos cuando hay buenas intenciones por detrás.
Las Pastillas del Abuelo confirmó su estatus masivo mediante un show caliente, que en el promedio tuvo a Pity, su cantante, bancando "el acampe de Malvinas contra Monsanto".
Lo hizo en la introducción de Gobiernos procaces, un tema en el que, pese a enfatiza la sílaba Pro, parece tirarse contra todas las fuerzas de la política actual.
Las Pelotas fue el número fuerte de la segunda noche del Cosquín Rock, que se desarrolla en el aeródromo de Santa María de Punilla, en la provincia de Córdoba.
La banda liderada por el guitarrista Germán Daffunchio fue la encargada de cerrar la velada de este domingo en el escenario principal.
Bordeando la madrugada del lunes, Las Pelotas comenzó su set con varios temas de espíritu sokoliano (Orugas, Combate) y se permitió acercar un tema que, según Germán Daffunchio, hacía "como 5.580 años" que no tocaban.
Fue nada menos que Será, la canción pop que le permitió a esta formación convertirse en popular, masiva e incuestionable. Y en eterno número de cierre para el Cosquín Rock. Vos
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