Aunque con algunas reprogramaciones y bajas de músicos, el Cosquín Rock logró llevar a cabo su tercer día. No estuvo Catupecu Machu. Los números fuertes de este martes fueron Illya Kuryaki y Skay.
La actividad del martes arrancó bien temprano, con la nueva disposición de la grilla. A las 15.50 estrenó el escenario principal Militantes del Surco, con un set breve y de esencia hardcore, energético y potente, aun cuando en el predio hubiera pocas personas para presenciarlo.
Luego le llegaría la hora a Sickporky, una agrupación de hard rock con inspiración setentista, tanto en su música como en su estética. Otras zonas, como el Hangar y el escenario Pepsi, ya habían comenzado su actividad a esa hora.
Minutos después de las 17, y bajo un cielo de tonalidades grises que anunciaba una falsa tormenta, Planeador V hizo su tributo a Gustavo Cerati, con un repertorio poco complaciente (Corazón delator, Final caja negra, Lago en el cielo) y calcado al carbónico en relación con las versiones originales. La banda remarcó que habían alcanzado "un sueño" al tocar en el tablado principal del festival, y la vez reconocieron sentir presión por homenajear a una figura tan decisiva de nuestra música. El concierto fue aceptable, pero también dejó en el aire la incógnita de lo que hubiera sido un Cosquín Rock con Cerati. Cosas imposibles, en definitiva.
La Perra que los Parió, que arremetió con sus canciones de espíritu rocanrolero y desprejuiciado, fue otro de los grupos que agradeció la posibilidad de estar en el escenario central de Cosquín Rock.
Pasadas las 18, Boom Boom Kid, vestido con calzas y remera de ciclista, calentó la previa para los principales números de la noche. Speed rock, punk pop, teen hardcore: se podría etiquetar de muchas maneras la música de Nekro. Sea cual sea el rótulo, su show (un compilado de sus grandes éxitos, incluidos Perfume de Vos, Kitty o I do) encendió al público y lo predispuso para entrar en la recta final del festival. Por otra parte, podríamos adjudicarle un pequeño milagro metereológico: mientras se desarrollaba su show, el sol apareció entre las montañas y desplazó a las nubes. Si el ángel de Pugliese sobrevoló la jornada de ayer, fue por esos minutos, y no sólo por el arribo de Febo: al momento de tocar Dejame ser parte de esta locura, inauguró su ritual de arrojar una tabla de surf al público, invitando primero a las chicas a surfear la ola humana. Una joven se cayó de la tabla y debió ser atendida de urgencia por personal médico, pero por fortuna la cuestión no pasó a mayores.
A las 19.25, con buen marco de gente, subió a escena Eruca Sativa, con sus dos integrantes embarazadas y muy inspiradas. Finalmente, el trío de origen cordobés pudo tocar en un horario acorde a su actual momento. Allí aprovechó para atacar con su rock duro y funkoso, sin tanto hincapié en su faceta electroacústica.
A las 21 subio a escena Illya Kuryaki (ya eran las 21) en la otra punta del predio, con su funk ardiente de efecto inmediato. Un arranque demoledor (Helicópteros y Chaco) puso a punto el show, que continuó con un repaso de Chances y varios clásicos firmados por el tándem Spinetta-Horvilleur.
Más tarde, el siempre distinguido Skay Beilinson subía para ponerle el broche a esta decimoquinta edición del festival serrano, que estuvo signado por las inclemencias de la naturaleza. De hecho, durante la siesta de ayer, la amenaza de tormenta fue constante y alcanzó momentos alarmantes, sobre todo cuando comenzó a caer granizo en algunas zonas del Camino del Cuadrado. Por fortuna, no pasó a mayores.
Como acostumbra, Beilinson lucía lentes celestes, sombrero, una camisa estampada, collar y remera básica. Sin más, sonó “Rock para los dientes” que permitió a miles de fanáticos remontarse al ‘89, cuando recién salía este tema en el disco “¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado”.
El exguitarrista de Los Redondos ofreció un concierto preciso y exquisito, con hincapié en su faceta solitaria pero sin esquivar el repertorio ricotero (hubo un medley acústico con varios temas firmados por Patricio Rey, aunque el delirio colectivo llegó a las 23 con la eléctrica y eterna Ji ji ji). Para la medianoche, Cosquín Rock 2015 estaba a punto de finalizar.
Tras una hora de show, los fans pudieron cantar, agitar banderas, saltar en pogos y disfrutar una vez más de la leyenda con “El pibe de los astilleros”.
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