El notable e influyente músico Richard Coleman, que se presenta este sábado en el Quilmes Rock antes de Blur, es el curador del proyecto Geiser que permite conocer bandas nuevas. "Hay buenos grupos, hay futuro en el rock argentino", afirmó.
"Incandescente", el nuevo trabajo solista del ex Fricción y Los 7 Delfines, a quien la madurez parece haberle dado un gran brillo, una más que necesaria regularidad y ha mejorado sus manos de orfebre musical a la hora de componer bellas, elegantes y a veces oscuras canciones.
Guiado por el experto Alejandro Vázquez como productor, Coleman demuestra su calidad, su elegancia, su romántica y cuidadosa labor a la hora de componer canciones, cualidades que parecen casi ausentes en las generaciones posteriores a la suya.
El CD abre con la canción homónima que reúne esas características a medio tempo, embellecida por los arreglos de un cuarteto de cuerdas dirigido por Pedro Onetto.
A lo largo del disco lo acompañan grandes músicos como el bajista Daniel Castro, Bodie en teclados, Gonzalo Córdoba con una notable labor en las seis cuerdas, el baterista Diego Cariola e invitados como Skay Beilinson, Alejandro Lerner y Leandro Fresco.
Para derribar mitos y prejuicios, Coleman recibe en “Corre la voz”, una hermosa y misteriosa canción que comienza con efectos de guitarra acuática más arabescos, al ex Redondito de Ricota Skay Beilinson, con quien cruza acordes y riffs en sus respectivas guitarras.
“Como la música lenta” tiene todos los ingredientes del ADN de Coleman, mezcla distorsión con una guitarra funky, habla de bailar en una fiesta en la que sirven el cuerpo de un amante en una bandeja de cristal, solo como un auténtico “Príncipe de las Tinieblas”. Y además tiene un bonito estribillo. Imposible pedir más.
“Cuestión de tiempo” cuenta con la participación de Alejandro Lerner en Hammond y tiene un hermoso inicio con la voz de Coleman al frente y las sonoridades musicales van tomando características épicas, para vestir a otra romántica canción, también de lo mejor del disco.
- ¿Cómo se inició el proceso de armado de "Incandescente"?
- El proceso de "Incandescente" arranca en abril del año pasado que empecé con la vena compositiva y empecé a trabajar y a buscar algún estímulo para la composición. Reflexionando, pensando, venía de hacer el disco en inglés muy orgánico y en el que había trabajado sobre canciones más que sobre temas y grandes arreglos, es un disco muy despojado. En el estudio me doy cuenta que lo que tengo que hacer es trabajar sin la computadora, con cintas grabadoras antiguas no por una manera romántica sino buscando los límites que pone trabajar así.
Cuando veía que lo que grababa tenía un desarrollito, consideré que tenía un proyecto musical y que eso podía ser una canción pero que no iba a tener un desarrollo de producción por los límites que te ponen los cuatro canales.
Me junté con el productor Alejandro Vázquez y le conté qué cosas quería enfatizar, canciones directas y simples, fáciles de asimilar en la primera escucha, que los arreglos estén latentes. El productor me llama me dice que quiere escucharlo y me fui con la viola y las letras para que vea y se lo toqué entero, yo solo.
- En vivo la banda tiene un sonido poderoso, porque armaste una nueva sociedad guitarristica con Gonzalo Córdoba.
- A Gonzalo lo vimos con Gustavo Cerati cuando toco en un show junto a Fernando Nalé, el bajista de la banda, y dijimos "qué bien toca", Gustavo lo convocó y se armó una gran amistad y sociedad musical durante la gira de "Fuerza natural".
- Sorprendiste con la invitación a Skay para que participe en una canción. ¿Por qué lo invitaste?
- La relación con Skay viene desde hace rato, nos conocimos en los '80 y luego él vino a ver a Los 7 Delfines. Luego nos seguimos cruzando y como guitarrista es notable, tiene un uso de silencios, espacio, cosas melódicas... te hace comer amagues cuando toca, tiene una magia en el que es muy especial, como si al hablar lo hace con pausas y palabras justas. Yo siempre quise que participe pero por un tema de agenda no se dio. Hay algo que pasa por cómo se lleva uno con el instrumento. Hay en común esa cuestión de que, la primera vez que lo oí a Skay fue en el '81 en un festival. Me mataba su rítmica, que elegía la palabra en vez de ser verborrágico y yo venía de ser torturado por el jazz rock. La viola te lleva por caminos insospechados.
- Con el paso del tiempo te corriste de cierto lugar de referente de la new wave y comenzaste a incluir canciones de bandas progresivas y sinfónicas. ¿Por qué pasó eso?
- Sí, me pasa con David Gilmour, el guitarrista de Pink Floyd, tiene un audio que no se puede creer, tiene un vocabulario limitado pero dice lo que tiene que decir con eso que tiene y es genial.
También me gustan Johnny Cash, que es un artista del carajo, los Allman Brothers me matan, pero me costó reconocerlo porque si oías The Cure no podías escucharlos a ellos. Me mata Donna Summer también.
- ¿Cómo tomás el lugar de referente que tenés para una camada de músicos muy jóvenes, que te invitan a sus ciclos, como ocurrió el año pasado en la Feria Independientes de Discos?
- Me sorprendió mucho y aquella noche en esa hermosa estación provincial de Trenes en La Plata, fue muy lindo. Pero me sigue sorprendiendo ese rol que me dan los más jóvenes. Ahora curé el tercer compilado de Geiser, que son bandas nuevas o con poca difusión, escuche más de cien bandas y algunos que aparecen están buenos y eso es genial, hay futuro.
Igual si se me permite una recomendación, creo que tienen que partir de la premisa de esforzarse mucho, ensayar mucho, conocerse y hermanarse con el instrumento. Tiene que ser una prolongación de tu cuerpo. Para mí hay que encerrarse cuatro meses a ensayar y después salir a tocar. Al menos yo hice eso.
- ¿Usás las redes sociales?
- Hay un problema con la comunicación personal, los chicos no saben comunicarse cara a cara. No tengo tiempo para andar en redes sociales, y ese tiempo libre lo uso para otra cosa. No sé si es una pena que los pibes no lean o no compren discos, ellos verán qué hacer y yo difundo con mi actitud.
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