Así lo afirmó la cantante y compositora fabiana cantilo, que el 17 de diciembre próximo presentará en el teatro opera “superamor”, el primer trabajo autogestivo de los catorce que editó en tres décadas de intensa trayectoria musical, y que devela un trascendente proceso de limpieza interior.
“Soy muy autobiográfica y mis canciones siempre hablaron de lo que pasaba en mi vida que, por lo general, estuvo relacionado a mis quilombos de pareja, siempre muy complicados y dolorosos”
“Mis relaciones con los hombres -continuó- me detonaban la locura, fueron siempre mi mayor droga. Hoy hace cuatro años que estoy sola y llevo otros tres limpia de mis adicciones, entonces mis letras reflejan otras sensaciones, todas nuevas, y me hacen sentir orgullosa de no ser más esa chica que era”.
Producido por Lisandro Aristimuño, “Superamor” ofrece un puñado de las canciones -tal vez- más luminosas de la prosa de Cantilo, teñidas todas por un mensaje entre espiritual y liberador; suerte de réplica musical que apuntala su intenso y afanoso trabajo de restauración personal.
El álbum, con el cantautor de Viedma como versado edil de los arreglos sonoros de este disco, combina elementos folclóricos, cuerdas -tomadas de su banda “Los Azules turquesas”-, con sonidos pop y rockeros, más reconocibles dentro del cancionero de Cantilo.
“Es una obra conceptual por amor al arte porque no quería hacer un disquito de plástico para esas canciones tan cuidadas, tan lindas, que merecían un trabajo con una estética y una calidad que estuvieran a tono”, definió en alusión, también, a la esmerada poética del diseño y fotografía del CD.
“Tengo plena conciencia de que de los discos ya no se vive y que jamás voy a recuperar toda la guita que puse, pero por primera vez tengo el álbum que quiero y para mí eso es un orgullo porque es poner en práctica lo que aprendí en la recuperación: poder hacerme cargo de lo que realmente quiero hacer”, dijo.
“La recuperación”, esa entidad omnipresente y de indudable peso en la vida actual de Fabiana Cantilo, aparecerá numerosas veces a lo largo de la entrevista. Hace quince años que va a un grupo de rehabilitación de adicciones, dice, y advierte su voluntad de que se sepa. Hace tres que permanece “limpia”, dice.
“Los reportajes cambiaron para mí porque descubrí que soy portadora de un mensaje. Por mi espíritu guerrero hoy puedo pasar mi experiencia a los recaídos porque sólo el dos por ciento se mantiene limpio sin recaer”, explicó con minuciosidad de experta.
“Durante muchos años tuve una doble vida. En la semana hacía de todo y los fines de semana eran de terror, después me levantaba con una culpa terrible. Hoy, toda mi vida está dedicada a parar de sufrir”, confesó.
Pero el presente de quien fuera corista de Charly García y Los Twist no se resume a un intento por sobrevivir, sino, y valga la imperiosa diferencia, en recorrer el esforzado camino de una sobreviviente.
No es casual que recién ahora haya decidido abismarse, por primera vez, al mundo del trabajo independiente, autogestivo, por fuera de las grandes compañías.
“Me encantó la gran libertad que permite laburar por cuenta propia, de que no me apuren porque cuando me apuran me hace mal; que no me digan qué tengo que cantar porque me da una bronca tremenda”, explicó.
“Con mis discos anteriores priorizaron siempre a la chica pop y yo no soy sólo eso -remarcó- soy también lo que se puede escuchar en este disco que hicimos con Lisandro”.
Entonces, cuando se le pregunta por el proceso de creación de “Superamor”, Cantilo describe al autor de “Mundo Anfibio” como “alguien que parece un hippie bueno pero que es muy serio y sabe lo que quiere”.
“Eso me sirvió un montón porque me daba mucho respeto, entonces mientras él trabajaba con las bases, dos veces por semana y con horarios preacordados, me decía que me quede y yo escribía las letras en ese momento porque soy hija del rigor y como no tenía nada que hacer y él no me hablaba, yo componía”.
“Tengo un problema con la pereza, la ira y la gula. Me declaro culpable de esos tres pecados capitales a resolver”, concluyó.
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