La Orquesta Buena Vista Social Club, que después de 16 años recorriendo el mundo se convirtió en la embajadora de la música cubana, se despidió anoche de Buenos Aires en el comienzo del adiós de una gira interminable, en un repleto estadio Luna Park.
El concierto contó con la poderosa voz y presencia de la histórica Omara Portuondo y un seleccionado de músicos encabezado por Guajiro Mirabal, Jesús "Aguaje" Ramos y Barbarito Torres, que cautivaron al público porteño que cantó y bailó al ritmo de danzones, chachachá, boleros y rumbas.
Con la música como protagonista excluyente y contagiando una alegría genuina, la agrupación que en mayo de este año hizo dos funciones en el Gran Rex, volvió a emocionar a los argentinos haciendo una síntesis por estos años de historia, en la que fueron recordados con música e imágenes proyectadas en dos pantallas gigantes, los miembros míticos del grupo que ya no están, como Ibrahim Ferrer, Rubén González, Compay Segundo, Manuel Galbán y Orlando "Cachaíto" López.
Luego de la actuación del sexteto local Colonizados, que combina tango con ritmos latinos, y cuenta con dirección de Roberto Amerise y Jorge Romero; irrumpió solo en el escenario a las 22 el virtuoso pianista Rolando Luna, que se lució en "Como me siento yo", un homenaje a Rubén González, el original pianista de la orquesta, fallecido en el 2003.
"Reivindicando a nuestro baile nacional, el danzón", como dijo el trombonista y director musical Jesús "Aguaje" Ramos, llegó "Bodas de Oro", al que le siguieron, los pegadizos "Rincón caliente", "Tumbao" y "Bruca Manihua ".
Después de casi media hora de concierto, con Idania Valdés y Carlos Calunga en la voces, el trombonista presentó a "la diva de Cuba, la diva del mundo, la historia de la música cubana y de Buena Vista Social Club", Omara Portuondo, quien fue recibida de pie y ovacionada por un público que la esperaba especialmente.
A "Lágrimas negras", que hizo bailar a todo el Luna Park, le siguió el bolero "20 años", que interpretado desde su voz maravillosa logró un momento íntimo y único que compartió con el pianista y un delicado solo de trombón hacia el final de la canción.
Lo mejor llegó cuando la cantante de 85 años encaró un pedacito de "El día que me quieras", que terminó con un vibrato inigualable.
Así, Omara, envuelta en un vestido estampado con tonos dorados y una vincha roja y que no dejó de moverse y de seducir desafiando la leyes del tiempo con una voz plena y todo el oficio de una vida dedicada a la música, encantó a una audiencia que celebró cada gesto suyo.
Con "No me llores", que Omara cantó y hasta bailó con el esbelto Papi Oviedo, a cargo del tres, y el conocido "Quizás Quizás", concluyó su set la cantora.
En una hora y media de concierto, todos los músicos tuvieron su momento, dialogaron e interactuaron, siempre sostenidos por una sólida base rítmica compuesta por Pedro Pablo (contrabajo), Andrés Coyao (congas), Filiberto Victoriano Marciano (timbales) y Alberto "˜La Noche" (bongos); y con los colores que aportaron dos de los miembros originales Guajiro Mirabal (trompeta) y al virtuoso Barbarito Torres (laúd) -quien hasta tocó de espaldas en un duelo con el cantante- y al que se suman las trompetas de Luis Alemany y Guajirito Mirabal.
No faltó "El cuarto de Tula", que con su ritmo contagioso dejó espacio para los bises, el clásico bolero "Dos Gardenias", con Portuondo y el hijo de Ibrahim Ferrer, y el popular "Candela", con el que se despidieron definitivamente del escenario y sosteniendo una bandera mitad de Cuba y mitad de Argentina.
En la retirada el cantor amagó con la melodía del "Comandante Che Guevara", dejando a un público feliz y enardecido.
El "Adiós Tour", que inició en 2014 y que coincide con el lanzamiento de su último disco "Lost and Found", una antología de grabaciones inéditas, cerrará en la Argentina mañana en City Center Rosario y el martes en Quality Espacio de Córdoba.
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