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viernes, 6 de febrero de 2009

Cuando un acorde vale más que mil palabras.

“Yo extraño mis peleas con Luca en el escenario. Siempre que venía el solo de guitarra me miraba con cara de odio. Esto tiene que ver con esa historia entre la voz y la guitarra, que son los dos instrumentos que cantan. Se acercaba y me molestaba para que yo dejara de tocar. El era como el antihéroe que venía a destrozar esa historia del héroe de la guitarra. Ahora, con Divididos, es distinto, cada uno está concentrado en su instrumento y no hay nadie que corra por el escenario, aunque la música sigue teniendo mucha polenta”. Así relataba Ricardo Mollo (voz y guitarra de Divididos), hace ya unos cuantos años, la relación que tenía con Luca Prodan en tiempos de Sumo. Y se lo entiende. Porque arriba del escenario, el trío que también componen Arnedo y Ciavarella, logran que los acordes valgan más que las palabras. Y el público así lo entiende.

divi Ante un lleno casi total del boliche de la avenida Constitución. Los primeros acordes de “Crua Chan” hicieron que los presentes (que ya habían estado saltando y arengando previamente a la banda) inauguren el primer gran “pogo” de la noche. No es casualidad el tema elegido por Mollo y compañía para comenzar el show. Se trataba de una de las canciones más coreadas en épocas de Sumo. Enseguida se pegaron “Sábado” y “Casi estatua” para completar un trío de canciones poderosas que hicieron que la sensación térmica del lugar suba varios grados.

Divididos tiene algo especial que en pocas bandas se ve: el amor que le trasmiten los músicos a los instrumentos. ¿Cómo explicar esto? Es fácil. Mollo siente

fascinación por su guitarra. Se apreciaba en cada acorde que rasgaba con su púa. Se notaba en su cara cómo disfrutaba cuando la combinación de notas musicales lograban un acertado sonido rockero. Arnedo deslizaba sus dedos suavemente sobre su bajo y movía sus pies al ritmo grave de cada acorde. Y el más profundo de todos, tal vez por su juventud, es Ciavarella. Ser la batería de este joven músico debe ser difícil. Catriel (su nombre de pila), no deja ninguna canción sin lucirse y hace estallar a los bombos y los platillos de una forma pocas veces vista dentro del circuito del rock nacional.

En el transcurso del show se escucharon canciones nuevas del trío como “Hombre U” y “Buscándote”. Vale recordar que el último trabajo de estudio data de hace ya más de 5 años.

Entre otros temas sonaron “Ay, que Dios boludo”, “Tomando mate”, “Tanto anteojo”, las versiones acústicas de “Como un cuento”, “Spaghetti del rock” y “Par mil”. Al finalizar este último tema la gente empezó a corear por el recientemente fallecido Alejandro Sokol (ex integrante con Mollo y Arnedo de Sumo) a lo que el líder de Divididos respondió: “Me parece que hay un pelado arriba que está armando su propia banda”.

También algunos covers con versiones propias como “El arriero” de Atahualpa Yupanqui, una excelente versión de “Sucio y desprolijo” de Pappo y una extensa versión de “Vodoo Child” de Jimi Hendrix en donde Mollo tocó la guitarra con los dientes. Sonaron posteriormente “Paisano de Hurlingham”, “Rasputín”, “Paraguay”, “Cielito” y “Ala delta”.

Cuando el rock ya había llenado las gargantas de los presentes y todo parecía terminar, el trío se despachó con “Next week” de Sumo y un clásico de la banda como lo es “Basta fuerte”.

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