La banda más grande del heavy metal regresó a la Argentina después de 10 años de ausencia con un imponente show que ofreció en el estadio de River ante más de 50.000 fans que aullaron y gritaron de emoción. Si no podes ver los videos ingresa http://rockonline.ning.com
Metallica es una de las máquinas más poderosas y demoledoras del rock mundial y esto quedó ratificado anoche con el concierto en el Monumental, en el que dejaron atrás la amargura de la gente por la suspensión de sus presentaciones en 2003.
El público argentino respondió feliz y entusiasmado al punto tal de sonrojar al inconmovible guitarrista y cantante James Hetfield, que terminó señalando: "Esta noche hicimos historia, Buenos Aires".
A pesar de estar casado con una santafesina de nombre Francesca, Hetfield habla muy poco castellano y el bajista Rob Trujillo, que es descendiente de mexicanos, apenas si dice "buenas noches".
Pero anoche el idioma fue la música, una tremenda tormenta eléctrica que conforman las guitarras de Hetfield y de Kirk Hammett, aposentada sobre la base demoledora de Trujillo y del baterista Lars Ulrich, el otro líder del grupo.
Aunque ya no es ese vikingo endemoniado que arrasaba con los escenarios en la segunda mitad de los 80 y principios de los 90, Hetfield es hoy el general teutón de un ejército que entra al campo de batalla sabiendo que se llevará la victoria por demolición.
A lo largo de los años, Metallica refundo el heavy metal, mezclando todos los estilos, y sobresaliendo por los acordes entre sinfónicos y diabólicos que Hammett y Hetfield obtienen de sus guitarras.
El rito se inicio a las 21.15 cuando se emitió un video del western spaghetti en "Lo bueno, lo malo y lo feo" con imágenes de Clint Eastwood y en especial esa escena de Elli Wallach en la que se pierde en un cementerio, mientras suenan unos delirantes acordes clásicos.
Mientras la gente coreaba esa canción de la película, los cuatro jinetes del Apocalipsis emergieron y arrancaron con la canción "Creeping Death" del disco "Ride the Lightning" del año 84.
Los fans sacudían sus brazos como si fueran mazas machacando cabezas, mientras el riff se hacía cada vez más envolvente y demoledor.
La misma energía se apoderó de todo River con la segunda canción "For whom the bell tolls" del mismo álbum, y ese feedback entre la gente y la banda llevó a Hetfield a golpearse el pecho en señal de satisfacción.
En temporada de movimientos sísmicos, uno ocurrió en River, cuando Metallica arrancó con los acordes de "Wherever I may roam" del notable álbum negro de 1991.
Y es en estos puntos en que se comprueba que Metallica es una estructura aceitada integrada por músicos talentosos como Trujillo, que tal como dijeron sus compañeros en la conferencia de prensa por la tarde, toca con "20 dedos".
En muchos momentos las canciones de Metallica cabalgan sobre riff y acordes marchosos, que convierten a sus fans en un ejército al grito de "ey, ey, ey", guiados por ese general alto, rubio, ultratatuado y con ojos satánicos que es Hetfield.
Así fueron pasando "Harvester of sorrow" del disco "And justice for all" de 1988 y la polémica "Fade to black", en la que Hetfield toco una acústica ubicado sobre la tarima que se encontraba detrás de la batería.
A todo momento, las canciones de Metallica se sumergen en diferentes mundos de la mano de los solos de Hammett que puede pasar del más virulento trash a acordes clásicos y sinfónicos con igual sapiencia.
El grupo tocó "That Was Just Your Life" y "The End Of The Line", ambos de "Death Magnetic", su último disco, hasta que la pesadísima "Sad but true" del Album Negro, volvió a poner en marcha a los hordas metálicas que poblaban River.
La larga "One", un clásico del grupo sorprendió a extraños, porque los fans cantaron cada línea como si el inglés fuera su idioma cotidiano.
Lo mismo sucedió con los increíbles cambios que tiene esa pieza fundamental del heavy moderno que es "Master of Puppets", que confirma que en el rock duro pueden hacerse canciones con difíciles entramados rítmicos.
Cuando los músicos tocaron la veloz "Blackened", fuegos artificiales salieron de detrás del escenario y llamaradas reales de fuego le pusieron más calor a una noche de casi 30 grados en el estadio.
Tras el delirio eléctrico de "Blackened", Hetfield quedo solo en el escenario con su guitarra entregando las primeras estrofas de "Nothing else Matters" del álbum negro, hasta que el resto de la banda se subió después del estribillo.
La máquina volvió a demoler las cabezas cuando sonó "Enter Sandman", del mismo álbum cantado hasta lo disfonía por la gente.
En las gigantescas pantallas se pudo ver como Hetfield al final de la canción mostraba la púa con el arte de tapa de "Death Magnetic" mientras hacía fuck you y luego los cuernitos típicos del metal.
El primer bis fue con "Am I Evil" un cover de la banda Diamond Head que Metallica editó en 1986 como un lado B al que le siguió la antigua "Whiplash" de comienzos de la banda.
El cierre fue con el clásico "Seek and Destroy" en la que Hetfield dejó la guitarra y cantó casi toda la canción, mientras las luces del estadio se prendían sin poder amedrentar a la gente.
Con nuevos estallidos de pirotecnia y más lenguas de fuego, los Metallica abandonaron el escenario al que se subirán esta noche nuevamente para otra demoledora jornada.
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