Fue uno de los mejores guitarristas del rock a lo largo de las casi cuatro dácadas que estuvo en activo. Pero no sólo eso. Franz Zappa fue un innovador, un provocador nato y, sobre todo, un magnífico músico.
Pese a que comenzó muy pronto a interesarse por la música, siguió sus estudios con normalidad. Pero la música estaba ahí y gastó todo el dinero que ganó trabajando en el cine en comprar un pequeños estudio de grabación.
Aquello fue en 1962, Dos años después Zappa fundó su grupo, “Madres de la invención”, que disolvió siete años después, ante la incompresión de sus miembros, para emprender su propia carrera en solitario.
Zappa ha tenido siempre admiradores y detractores, hasta el punto de que un espectador sobió al escenario en Londres y le arrojó al foso de la orquesta, dejándole por todo un año en una silla de ruedas.
También peleó sus contratos, algo que no siempre gusta en las discográficas y que supuso un frenazo a la distribución de su obra durante casi una década.
En 1985 se puso al frente del movimiento de los músicos contra la ola de moralismo que, desde la política y su entorno, trataba de frenar desde posturas intolerantes y consiguiéndolo en gran medida, la creatividad en el rock.
En 1988 se despidió de los escenarios. Se le había diagnósticado un cáncer de próstata y se refugió en su estudio donde siguió grabando y componiendo piezas, algunas clásicas, como las que fueron estrenadas y grabadas en Berlín bajo el título “Yellow Shark”.
También tuvo alguna aparición pública en Chekia, invitado por el presidente Vaclav Havel. La tarde del cuatro de diciembre de 1993, uno de los músicos más creativos del siglo XX, Frank Zappa, murió en su casa rodeado su familia. Afortunadamente, toda su gran obra ha sido recientemente catalogada y reeditada.
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