El bajista y cantante, ex integrante de Deep Purple, junto al guitarrista, quien formara parte de Whitesnake y el grupo del recordado Ronnie James Dio, expusieron su rock más potente y sus variantes ante una sala colmada.
Por espacio de poco más de una hora y media de show, Hughes y Aldrich mostraron todo su virtuosismo junto al buen batero Pontus Engborg, para desgranar clásicos de Deep Purple, Trapeze, Whitesnake y propios.
"Hace bastante tiempo que nos conocemos con Dough, cada uno por su camino, pero este es el momento de la unión y ustedes son los privilegiados de escucharnos", le dijo Hughes a su entusiasta y seguidor público.
Con ese clima y con un sonido potente y medido a la vez, fueron pasando "Stormbringer", "Sail away" y "Mistreated" de Purple con temas propios como "Orion", que sale de los canones del rock de corte más clásico con cortes diferentes, muy cercano al funky.
El ritmo volvió a crecer con "Way back to the Bone" de su etapa al frente de Trapeze y su paso por aquel supergrupo Black Country Communion (Jason Bonham, Joe Bonamassa y Derek Sherinian), quedó vigente con "One last soul".
Hughes hizo honor a la calificación como "la voz del rock", ya que su estilo se pasea sin problemas con el heavy metal, el hard rock y lo melódico, como quedó mostrado en su interpretación de "Good to be bad", de Whitesnake y con el lucimiento de la viola de Aldrich, y "Can't stop the flood", del álbum "Bullding the machine".
“Good To Be Bad” de Whitesnake y “Can’t Stop The Flood”, del disco que Hughes editó en 2001 como solista (“Building The Machine”), trajeron a escena hard rock matizado con blues.
Luego de un efectivo solo de guitarra de Aldrich y el infaltable solo de batería de Engborg, en el final de una velada bien rockera, deleitaron con "Soul mover". en una versión renovada y más ágil que la original de 2005.
El broche de oro llegó con una versión sin desperdicio de "Burn", de Deep Purple.
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