Con dos horas y media de una presentación precisa, potente y por momentos frenética, Divididos -el trío rockero conformado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella- repasó anoche 27 años de carrera, cerca de una treintena de temas en un estadio a pleno que despidió su último trabajo de estudio "Amapola del 66".
La apuesta visual jugó fuerte -tres pantallas en los extremos de un escenario dispuesto sobre unos de los lados más extensos del Luna proyectaban el vivo y otras tres repasaban carreras y amores musicales- Sumo, Luis Alberto Spinetta (“Despiértate nena”), Pappo (“Sucio y desprolijo”) y Sandro (“Tengo”) estuvieron entre los homenajeados; y Lisandro Aristimuño entre los invitados y un joven guitarrista con quien interpretaron “Sisters”, de Sumo, el momento más lírico del show.
“Qué grandes somos o qué grandes que estamos”, comentó Mollo poco antes de entonar “Spaghetti del rock” y de cambiar guitarra eléctrica por acústica para que Aristimuño lo acompañe en “Par mil”.
“Quiero hablarles de la música, como cosa real que nos atraviesa y acompaña, que tiene que ver con gustos y elecciones. Los músicos a veces nos ponemos cabezones y nos olvidamos de escuchar con el corazón. Les presento a alguien que va a trascender en el tiempo por su talento”, dijo Mollo para introducir en el escenario a Aristimuño.
Esa madurez es la que logra esos intensos momentos de sincronicidad entre los músicos, extensos amagues antes de iniciar lo temas y zapadas intermedias, los lleva como esa máquina de sonido que son a conducir el ánimo del público con fluidez, como quien baila una vieja y conocida canción: empezando arriba – “Villancico del horror”, “Ñapi de mamá” y “Buscando un ángel” esta vez- y pasando por un interludio folclórico y melódico, para terminar más arriba todavía, al palo (“El 38”, “Rasputín” y “Paisano de Hurlingham”).
Así llegó la chacarera “Huelga de amores” –“que remite a la tierra, al origen de las cosas, los originarios a quienes arrasaron con toda su cultura, con la cruz, con la espada, con la pluma y la palabra”, presentó Mollo- uno de los pocos temas acompasados por la voz de Arnedo; responsable de uno de los momentos de delirio de la audiencia cuando en “Qué tal”, hizo un slapeado aceleradísimo y extenso que todo aplaudieron.
Dos artistas hicieron su aporte en la presentación: el baterista Marco Tulio Pusineri musicalizó las pantallas antes del ingreso de la banda, donde se proyectaba un recorrido desde sus inicios; mientras que Truman realizó una poética intervención artística promediando el show, acompañando el tema “Vengo del placard de otro”, en la que dibujaba sobre lo que parecía arena mientras se proyectaba en la pantalla.
Una pared de sonido sin metáforas -cuatro inmensas columnas con baterías, parlantes e instrumentos sirvieron de fondo de escena en buena parte del show y enmarcó el clásico “escúchenlo, escúchenlo, la aplanadora del roncanrol”, mientras el pequeñísimo Atahualpa Merlín, tres años, hijo de Mollo y la actriz Natalia Oreiro, intervenía cada tanto la escena, como cuando alargaron “Ala Delta”, a más de ocho minutos, para acompañarlo en la sorpresa de ver a Arnedo tocando a su lado y a la vez proyectado en la pantallas.
La banda que trabaja en un nuevo disco y en los últimos meses renovó su site oficial, lanzó un canal Youtube e inició un registro fotográfico a cargo de Nacho Arnedo, continuará los shows el 12 de septiembre en Oberá, Misiones; el 13 en el Festival Taragüí Rock de Corrientes y el 19 en Mar del Plata; el 16 de octubre en la pampeana Santa Rosa; el 18 en Bahía Blanca y el 31 en Federación, Entre Ríos; el 7 de noviembre en el Anfiteatro Municipal de Rosario, el 28 en Córdoba y el 5 de diciembre en La Plata.
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