Los de Mataderos confirmaron ser la banda más convocante de la década con un show histórico en el Autódromo de la ciudad de Buenos Aires. Los problemas de sonido no pudieron apagar tanto fuego. Aquí, la crónica del show.
Gente. Colectivos colmados de gente. Más gente. Enormes columnas bordeaban General Paz agitando sus banderas y sus vinos fríos para palear una humedad exasperante. Más gente hacía una enorme fila. Mucha más recorría cientos de metros sobre el asfalto de la pista del Autódromo de Buenos Aires. Emergió de la tierra una tribuna repleta de gente. Pero todavía quedaban cientos de metros más para divisar ese océano de almas apostadas frente a un escenario de magnitudes descomunales.
Tocó La Renga en Capital después de dos años y se aventuraron a colmar de rock este recinto. Y de gente, claro. 100 mil personas. ¿Cuánto? 100 mil. No puede ser. Sí, todo eso son como 100 lucas. Se fueron al carajo. Sin dudas.
"¿Cómo están?", preguntó Chizzo luego de "A tu lado", la segunda de 34. "Cuánta gente vino por el barrio. Lugano, Soldati, Mataderos, si hablaran estas calles. Pero bienvenidos todos los que vinieron desde tan lejos. Se ve que había sed de rock". Y la última palabra la entonó con los dientes apretados, como cada vez que nombra una canción.
Responder cómo está toda esta gente llevaría varias hojas A4, pero te puedo decir lo que dijo Manu (guitarra, saxo, y también voz en su tema "Entre la niebla") cuando los primeros problemas de sonido se hicieron presentes debido -aparentemente- a que algunos pocos se colgaron de las torres de sonido. "La culpa en realidad no es de los políticos, la culpa es del Estado, y el Estado lo conformamos todos y si siguen habiendo forros como los que se suben a las torres, en las próximas elecciones vótense a ustedes mismos, porque se van a ver en la lista". No la tocaron, pero "Estado" dice: "El Estado que disipa la forma, vivir".
"Si queremos modificar algo empecemos por respetarnos entre nosotros", agregó el cantante sobre el mismo tema, cuando se repitieron los problemas minutos después.
Había torres de sonido a lo largo y ancho del autódromo; también pantallas de video. Difícil manejar algo tan grande, pero había un laburo hecho, estaba bien armado. Ese escenario que te conté, asustaba por lo extenso y por lo cargado de parrillas y tachos de luces, esas que violetas y rojas teñían los lienzos que decoraban la imponente estructura y el hard rock que brindaban la aguardentosa voz y la viola de Chizzo, el mismo bajo -y las mismas ganas- de siempre de Tete, y el doble bombo de Tanque.
Eran las 19.30 cuando el Sol le daba lugar a la Luna y a la oscuridad, para que la fuerza del trío-de-poder de Mataderos, junto con la parafernalia lumínica, dieran comienzo al show con entradas pagas más convocante de su carrera (y del Rock Nacional en general). Más de media hora habían pasado de las 22 cuando la épica "Hablando de la Libertad" anunciaba el final.
Fueron 34 composiciones donde mezclaron la presentación de "Truenotierra" con un buen picado de los discos anteriores, con puntos altísimos en emotividad en canciones como "El Mambo de la Botella", "El Rito de los Corazones Sangrando", "Desnudo Para Siempre" o "Bien Alto".
Como en cada fecha importante, invitaron a Raúl "Locura" Dilello, primer violero de la banda, para hacer "El Juicio del Ganso", que en la cima de la emoción tuvo un corte abrupto de sonido no advertido por los músicos debido a que su retorno funcionaba y a que la gente no mostró disgusto, sino que no paró de cantarlo un segundo.
Otra que sobresalió fue "Viva Pappo", que contó con la presencia de su hijo, Luciano Napolitano, y grandísimas fotos proyectadas en pantalla de toques del "Carpo" con la banda.
También fue invitado -y también con problemas de sonido- Kutxi, de Marea, para hacer "Panic Show". Los españoles habían hecho subir a Chizzo y Tete minutos antes de las 18 cuando cerraban las participaciones de los soportes luego de D.i.o.n.i.s.i.o.s., Larry Zavala, Va De Suyo y Edelmiro Duo.
Como en todo show de La Renga, lo que ponderó el pasado sábado fue la tripa y el corazón, tanto de los de arriba como de los de abajo.
Los problemas de sonido que se suscitaron no apagaron el fuego de esas almas que, como también dijo Manu cuando tomó el micrófono, se van "a sacar toda la mierda de las jornadas de laburo de 9, 12 o 14 horas".
Tampoco importó que la vuelta a casa implique patear decenas de cuadras hasta que te pare un colectivo, que la policía te tire la bronca, o que simplemente no haya un kiosco abierto en 10 manzanas...
Gente. Colectivos colmados de gente. Más gente. Enormes columnas bordeaban General Paz agitando sus banderas y sus vinos fríos para palear una humedad exasperante. Más gente hacía una enorme fila. Mucha más recorría cientos de metros sobre el asfalto de la pista del Autódromo de Buenos Aires. Emergió de la tierra una tribuna repleta de gente. Pero todavía quedaban cientos de metros más para divisar ese océano de almas apostadas frente a un escenario de magnitudes descomunales.
Tocó La Renga en Capital después de dos años y se aventuraron a colmar de rock este recinto. Y de gente, claro. 100 mil personas. ¿Cuánto? 100 mil. No puede ser. Sí, todo eso son como 100 lucas. Se fueron al carajo. Sin dudas.
"¿Cómo están?", preguntó Chizzo luego de "A tu lado", la segunda de 34. "Cuánta gente vino por el barrio. Lugano, Soldati, Mataderos, si hablaran estas calles. Pero bienvenidos todos los que vinieron desde tan lejos. Se ve que había sed de rock". Y la última palabra la entonó con los dientes apretados, como cada vez que nombra una canción.
Responder cómo está toda esta gente llevaría varias hojas A4, pero te puedo decir lo que dijo Manu (guitarra, saxo, y también voz en su tema "Entre la niebla") cuando los primeros problemas de sonido se hicieron presentes debido -aparentemente- a que algunos pocos se colgaron de las torres de sonido. "La culpa en realidad no es de los políticos, la culpa es del Estado, y el Estado lo conformamos todos y si siguen habiendo forros como los que se suben a las torres, en las próximas elecciones vótense a ustedes mismos, porque se van a ver en la lista". No la tocaron, pero "Estado" dice: "El Estado que disipa la forma, vivir".
"Si queremos modificar algo empecemos por respetarnos entre nosotros", agregó el cantante sobre el mismo tema, cuando se repitieron los problemas minutos después.
Había torres de sonido a lo largo y ancho del autódromo; también pantallas de video. Difícil manejar algo tan grande, pero había un laburo hecho, estaba bien armado. Ese escenario que te conté, asustaba por lo extenso y por lo cargado de parrillas y tachos de luces, esas que violetas y rojas teñían los lienzos que decoraban la imponente estructura y el hard rock que brindaban la aguardentosa voz y la viola de Chizzo, el mismo bajo -y las mismas ganas- de siempre de Tete, y el doble bombo de Tanque.
Eran las 19.30 cuando el Sol le daba lugar a la Luna y a la oscuridad, para que la fuerza del trío-de-poder de Mataderos, junto con la parafernalia lumínica, dieran comienzo al show con entradas pagas más convocante de su carrera (y del Rock Nacional en general). Más de media hora habían pasado de las 22 cuando la épica "Hablando de la Libertad" anunciaba el final.
Fueron 34 composiciones donde mezclaron la presentación de "Truenotierra" con un buen picado de los discos anteriores, con puntos altísimos en emotividad en canciones como "El Mambo de la Botella", "El Rito de los Corazones Sangrando", "Desnudo Para Siempre" o "Bien Alto".
Como en cada fecha importante, invitaron a Raúl "Locura" Dilello, primer violero de la banda, para hacer "El Juicio del Ganso", que en la cima de la emoción tuvo un corte abrupto de sonido no advertido por los músicos debido a que su retorno funcionaba y a que la gente no mostró disgusto, sino que no paró de cantarlo un segundo.
Otra que sobresalió fue "Viva Pappo", que contó con la presencia de su hijo, Luciano Napolitano, y grandísimas fotos proyectadas en pantalla de toques del "Carpo" con la banda.
También fue invitado -y también con problemas de sonido- Kutxi, de Marea, para hacer "Panic Show". Los españoles habían hecho subir a Chizzo y Tete minutos antes de las 18 cuando cerraban las participaciones de los soportes luego de D.i.o.n.i.s.i.o.s., Larry Zavala, Va De Suyo y Edelmiro Duo.
Como en todo show de La Renga, lo que ponderó el pasado sábado fue la tripa y el corazón, tanto de los de arriba como de los de abajo.
Los problemas de sonido que se suscitaron no apagaron el fuego de esas almas que, como también dijo Manu cuando tomó el micrófono, se van "a sacar toda la mierda de las jornadas de laburo de 9, 12 o 14 horas".
Tampoco importó que la vuelta a casa implique patear decenas de cuadras hasta que te pare un colectivo, que la policía te tire la bronca, o que simplemente no haya un kiosco abierto en 10 manzanas...
Entradas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario