La fantástica muestra “Spinetta, Los libros de la buena memoria” cerró anoche en la Biblioteca Nacional con dos funciones de un recital emocionante protagonizado por gran parte de los músicos que custodiaron a “El Flaco”.
Instrumentistas de sus diferentes formaciones y quienes decidieron homenajearlo a partir de un concepto puramente instrumental, participaron de la doble velada que le puso un broche artístico excepcional a un espacio que concretó un logrado tributo a un genio de la cultura popular.
Lo que a primera vista podía parecer una gran zapada organizada resultó siendo un concierto armado meticulosamente por los tecladistas Juan Carlos “Mono” Fontana” y Claudio Cardone –dos de sus más fieles compañeros de ruta- como una suerte de gran canción en la que se fueron entrelazando partes de toda la obra de Luis Alberto Spinetta, desde sus inicios con Almendra hasta su última etapa como solista.
“Esta no es una banda eterna, es una banda que va a desaparecer esta noche, es la banda más efímera del mundo”, deslizó el fotógrafo Eduardo Martí, organizador de la exposición e íntimo amigo de “El Flaco”, para presentar el segundo show en el Auditorio Jorge Luis Borges, proyectado en la pantalla gigante de la Explanada Juan José Saer.
Además de Fontana y Cardone, los bajistas Javier Malosetti y Marcelo Torres permanecieron en el escenario de principio a fin en un show de poco más de una hora que tuvo que repetirse obligadamente, porque la sala estuvo desbordada de fanáticos, amigos y familiares, entre los que se contaban Vera y Valentino Spinetta, dos de los cuatro hijos del homenajeado.
En el marco de una intimidad avasallante, el concierto arrancó con Rodolfo García en la batería y Machi Rufino en el bajo, quienes junto a los miembros “estables” de esta banda de notables evocaron fragmentos de temas como “Parvas” y “Hay todo el hielo en la ciudad” (de Almendra) y sugirieron la melodía del clásico “Seguir viviendo sin tu amor” (de su disco solista “Pelusón of Milk”).
La voz de Spinetta aparecía solo en algunos momentos y sus melodías las cantaba el bajo, la guitarra o el teclado, según la ocasión. Si bien la lista de temas no fue pensada en orden estrictamente cronológico, el cambio de bateristas (Héctor “Pomo” Lorenzo, Gustavo Spinetta, Jota Morelli y Sergo Verdinelli) marcó las partes en las que estuvo dividido el show.
Así fueron llegando, sin pausas, y como en una única canción, fragmentos de piezas de Pescado Rabioso como “Algo flota en la laguna” y “Credulidad”, con Gustavo Spinetta en la batería, y bellas versiones de temas como “Ludmila” (Jade) y “Por” (Pescado), que se lucieron con el toque personal de “Pomo” y los exquisitos arreglos propuestos desde el teclado y el bajo y la guitarra de Malosetti, uno de los grandes pilares de la noche.
Desde una seriedad ligada a una profundidad que se transmitió al público, los compañeros de Spinetta (en total fueron más de 15) no miraron en ningún pasaje de la noche hacia el frente y tampoco necesitaron buscarse entre ellos, ya que se comunicaron desde un lenguaje que nació de una misma persona.
Fito Páez (grabó junto a Spinetta “Lalalá” en 1986), quien en esta ocasión solo se dedicó tocar el teclado, los guitarristas Lito Epumer, Baltasar Comotto, Martín García Reinoso y Ulises Butrón, y el tecladista Leo Sujatovich, también se sumaron a este conmovedor encuentro en el que no faltaron las melodías de “Tres llaves” (de “Téster de violencia”) y “Cielo de ti” (de “Pelusón…”).
“Quedándote o yéndote” fue el elegido para cerrar la noche, y sin la voz de uno de los artistas más importantes de la música argentina, fue cantado de punta a punta por una audiencia agradecida y subyugada por la belleza de una obra capaz de crecer en la ausencia.
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