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domingo, 13 de febrero de 2011

Cosquin Rock 2011 Dia 2.

Charly García, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, Skay. Pasó la segunda jornada del festival serrano.

charly cosquin "Obediencia y amor", exclama (¿reclama?) el señor Charly García, y es el principio del fin de una noche, ésta, la segunda del Cosquín Rock, atestada de próceres, refucilos modernos y demás cosas raras. Say No More fue, cómo no, el número central, y su set, en contraposición al del Flaco Spinetta (que tocó en el mismo escenario unas horas antes) dejó expuesta una verdad: las dos figuras máximas del rock en español se encuentran, hoy por hoy, en polos opuestos.

Mientras uno recompone su salud al tiempo que trata de recuperar su imagen rockera con un Grandes Éxitos en vivo con tantos traspiés como buenas intenciones, el otro se sienta a revisar su repertorio oscuro en plan jazz rock virtuoso, simplemente porque es Luis Alberto Spinetta, puede y se le antoja.

Charly, decíamos, fue puro hit, propulsado por una banda que juega de memoria (el Negro García López, su pivote ideal, dispara riffs como si él mismo los hubiese engendrado) y una segunda voz femenina (Rosario Ortega, reemplazante de Hilda Lizarazu) que aún se muestra tímida pero insinúa potencial. "Cerca de la revolución" abrió un concierto que tuvo como nota principal a García recuperando una extraña locuacidad que generó muchas sonrisas y algunas incomodidades (ver Momentos).

Cantando fragmentos de sus canciones con la garganta aún mellada, tocando el piano menos de lo que a cualquier melómano le gustaría, recorriendo el escenario con movimientos toscos al estilo Ozzy, atajando continuamente sus pantalones (que se te caigan, digamos, no es lo mismo que bajártelos) y revoleando micrófonos como en sus años más tóxicos, SNM logra picos de sentimiento cuando recurre a su status de intocable y nos acaricia la memoria emotiva (imposible no disfrutar, como sea, de "Rezo por vos", "No llores por mí, Argentina", "Demoliendo hoteles" y un largo etcétera), pero -teniendo en cuenta la grandeza del sujeto de marras- nos deja pidiendo más en lo estrictamente musical. León Gieco, otro que pasó por el escenario principal más temprano, hace el aguante en "El fantasma de Canterville", la lista de temas se extiende unilateralmente hasta el mismísimo infinito (a las tres de la matina seguía firme junto al pueblo, con "Seminare", "Popotitos", "Mr. Jones"...) y la heterodoxa multitud que se lleva a casa la foto de un espectáculo que pudo ser gigante y sólo fue abundante, que al fin y al cabo tampoco es tan poco.

cosquinComo decíamos, Spinetta está más allá: sentado al lado de su baterista durante casi todo su set, demostró que no sólo de riffs demoledores vive el rockero. Al menos no el rockero serrano.

A pesar de que a todos les hubiera gustado volver a Las Bandas Eternas, en esta y en cada una de las presentaciones posteriores a ese Vélez histórico, el Flaco se centró en la última parte de su discografía. Sus virtuosas y prolongadas zapadas, el teclado orquestal del Mono Fontana, la presencia de su hija Vera para cantar un par de temas incluido el cover de Hugo Fattoruso "Milonga Blues", fueron sentando poco a poco a los asistentes a los que les quedó bien claro que no, no habría (y quizás no lo haya más) "Me gusta ese tajo" pero sí todo lo que hace de Spinetta el Spinetta que conocemos. Igual, hubo "Durazno sangrando" y "Ludmila", hubo versión de "Té para tres" en homenaje a Cerati al grito de "¡Fuerza, Gustavo!", y hasta un final rock-blusero con "Yo miro tu amor" y, paradójicamente, un riff... demoledor.

Adaptando la guitarra ríspida del rock clásico norteamericano al gusto argentino, Skay volvió a dejar en claro que en los Redondos, la repartija de roles era similar a la de los Stones: el cantante es era brillo y el guitarrista, la mística rocanrolera. Las influencias se lucen: Neil Young en "¿Dónde estás?", Lou Reed en "Astrolabio", los sonidos orientales en "La luna en Fez", etc. Y el revoleo, claro, también dice presente, con hitos de su carrera solista como "Oda a la sin nombre" y "El Golem de Paternal" y, obviamente, con los pocos pero buenos regalos ricoteros que Beilinson nos lega: "Todo un palo", "El pibe de los astilleros" (con guiño a aquel fraseo de la música de Lawrence de Arabia que su es banda tomó prestado para "La bestia pop") y cierto temita llamado "Ji ji ji" que a algunos puede llegar a sonarle.

skay

¿Y cuál otro gran pilar del rock nacional faltaba? El imprescindible en cualquier edición del festival federal: León Gieco, obviamente.

Empezando con imágenes de su barbuda juventud tocando "Hombres de hierro" en el BArock 71, la primera parte de su show contó con la honorable presencia de "un clásico de Cosquín", el armoniquista Pancho "Panchito" Chevez para rendir homenaje a la "gran cantante que se fue de gira eterna", Mercedes Sosa, con "Sólo le pido a Dios". Su compromiso, múltiple y profundo, representado no sólo a través de la invitación de los apadrinados que todos conocimos en Mundo Alas (esa road movie que registra su gira nacional junto a músicos con capacidades diferentes), sino también mediante "La memoria" y la alusión a las Madres y el 24 de marzo (seguido del "Hay que saltar, hay que saltar...", claro está) y la concienzuda protesta anti-imperialista y bolivariana de "Cinco siglos igual". León se la dedicó a Evo Morales e invitó a Andrés Giménez a cantarla a capella.

Y a partir de ese momento, todo viró hacia el costado, claro, demencial que aquella unión implica. León D-Mente, junta loca y sobredosis de adrenalina que transforma cada tema de Gieco, logró calentar el terreno dando nacimiento a el que luego se convertiría en el pogo más grande del Valle de Punilla. Desde "El fantasma de Canterville" hasta "Pensar en nada", pasando por "La mamá de Jimmy" de Porsuigieco.

En tanto, mientras caía el sol y en el tablado principal el Flaco ofrecía sus melodías prístinas, Dread Mar I confirmaba en el escenario reggae su condición de fenómeno meteórico deleitando a los anti-fans de Spinetta: quienes no quieren saber nada con ningún tipo de abstracción y sólo le piden a la música una cadencia dulzona para contonearse y una letra romántica fácil de recordar para canturrearle a la patrona, seguro encontraron allí su lugar.

Pocos rastafaris, muchos rockerazos que se permiten entonar "Tu sin mí" porque "lo escucho porque está bueno para joder" (sic, y cualquier semejanza con lo que sucede con la cumbia no es pura coincidencia) y un sinfín de minitas alzaron los brazos al son del lovers rock más extremo del mercado y opacaron en lo que a convocatoria respecta al repaso hitero de Los Pericos, la mescolanza latina de Fidel, la prolijidad y la sutileza de Los Cafres y el roots de Nonpalidece. Rolling Stoneç

Los hermanos Moura pasaron por el escenario mayor del Cosquín Rock. Por los 30 años de carrera, Virus interpretó todos sus clásicos que hizo bailar a los grandes y también a los más jóvenes.

"Mirada Speed", "Imágenes paganas", "Pronta entrega", "El probador", "Luna de Miel", Wadu Wadu", "Amor descartable" y "Agujero interior" fueron los temas seleccionados para dicho evento. Fue como viajar por el tunel del tiempo y recordar distintas experiencias con cada una de sus canciones.

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