La música, y especialmente el rock uruguayo, en el cual surgió, lamenta el fallecimiento del baterista de Crucis, Psiglo y PorSuiGieco.
El músico se llevó consigo una parte de la historia de la música de Uruguay y también las verdaderas razones que lo llevaron a tomar la determinación de suicidarse el pasado jueves.
Nacido en el departamento de Treinta y Tres, Farrugia cumplió su sueño: “Cuando adolescente tuve un sueño, estaba en un escenario con una batería blanca, tocando con un grupo que se llamaba Siglo… Parece increíble, más años más tarde se hizo realidad”. Así lo afirmaba a una entrevista que se le realizó en el sitio “Deluruguay.net”.
Lo cierto es que fue baterista de la mítica Psiglo, que en la oscura década de 1970 llevó a lo más alto nuestro rock local dejando un legado de música refinada y hasta hoy recordada. Sus golpes de batería acompañaron al gran Eduardo Mateo. Luego también tocaría con Niquel, baluarte de los años ‘80 del rock oriental.
En los 70, Farrugia cruzó a tierras porteñas. “Yo no quería quedarme en un Uruguay en dictadura, mucho menos ir a una de 40 años como la España de Franco”, explicó en la citada entrevista.
Entre 1976 y 1978, en la Argentina fue sostén rítmico del grupo Crucis, que también integraron Gustavo Montesano (hoy en España), Aníbal Kerper (radicado desde hace 30 años en Los Angeles, donde es socio del multipremiado productor Gusavo Santaoalla) y Pino Marrone (retornado a la Argentina luego de dos décadas de residencia en Estados Unidos).
También en aquellos días, Farrugia participó en la grabación del único disco de PorSuiGieco, la banda impulsada por Sui Generis (Charly García y Nito Mestre), León Gieco y Raúl Porchetto.
Gonzalo Farrugia en la bata
Luego Farrugia siguió su viaje por el resto del continente mientras Psiglo había emigrado a tierras europeas.
Algunas versiones sobre la muerte de Farrugia indicaron que no “habría estado pasando por un buen momento”.
Esa dura realidad se lo llevó consigo. Aquí quedó su música.
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