El poderoso regreso de la formación original de Black Sabbath con nuevas canciones en su disco “13”
“Cuando todo era nada, era nada era el principio”, cantaban los Vox Dei en su “Génesis” y no hay frase que encaje mejor con el notable regreso de los padres del heavy metal, de la fuerza fundadora del cuero, las tachas, las canciones satanistas, la velocidad y la locura. Y, ¡oh curiosidad!, la primera canción de este “13” se llama “El fin del principio”. Todo cierra.
Ozzy Osbourne, el guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler vuelven después 35 años con canciones nuevas, de gran factura, con riffs notables y con todo el abanico de estilos que fueron creando a lo largo de su carrera y que los convirtieron en influencias a grandes grupos como Iron Maiden, Metallica, Judas Priest, Megadeth, Slayer y Queens of the Stone Age.
Los Sabbath se tomaron las cosas muy en serio, ante la decisión del baterista original Billy Ward de no participar, convocaron al talentoso y poderoso Brad Wilk de Rage Against The Machine y Audioslave, que confirma porque es uno de los mejores bateristas del mundo.
Pero lo más acertado fue la contratación de Rick Rubin como productor, el hombre que alumbró a los Beastie Boys, a Public Enemy, a los Chili Peppers, pero que además les permitió retomar el contacto con sus raíces a talentosos como Johnny Cash, Kris Kirstoferson y Neil Diamond.
Rubin es experto en deconstruir a semidioses y reponerlos en su lugar de músicos y eso lo logró en todos esos meses con los Sabbath. Iommi confirma por qué es el padre de los riffs más oscuros, siniestros, psicóticos y enloquecidos de la historia del rock.
Ozzy canta como hace años no lo hace, y la base Butler-Wilk realizó un trabajo formidable. Pero además en este disco los Sabbath deciden dar varios pasos porque no vuelven con canciones fáciles, “El fin del principio” y “God is dead” duran casi 8 minutos las dos y son un manual de heavy metal.
Esas canciones pasan por momentos de calma, luego adquieren cierta velocidad en los que Ozzy, Butler y Wilk enloquecen frenéticos, y Iommi se da el gusto de meter a la banda en un desierto sonoro para demostrar que su banda es la creadora del genero stoner rock.
“Loner” también sumerge al oyente en un vértigo metalero notable, de una sabiduría muy profunda, mientras que “Zeitgest” tiene momentos acústicos, de percusión no ortodoxa, que abren los ojos sobre donde se iniciaron canciones como “One y “The Unforgiven” de Metallica, siempre en paisajes sombríos.
“Age of reason” retoma el camino más duro, más metalero con una canción ideal para grandes estadios con varios cambios de ritmo y velocidad, al igual que “Live Forever” que tiene un comienzo bien sombrio más cerca del rock stoner y luego se abre paso como una locomotora enloquecida.
“Damaged Soul” es una pieza larga que tiene características de clásico que recorre diferentes estadios hasta que hacia el final se vuelve bien stoner y Ozzy queda cantando como el monstruo que asola un espeso bosque, en la pesadilla de muchos niños, y “Dear Father” es un cierre notable con Ozzy expiando todas sus culpas, y tal vez saldando cuentas con su padre.
Para darle un toque de distinción a este notable regreso, los Sabbath salieron de gira, con el también notable Tommy Cufletos en batería y en la Argentina se los podrá ver el 6 de octubre en una noche que parece será inolvidable en el Único de La Plata junto a Megadeth, la banda del colorado Dave Mustaine.
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