“Hay que imaginarse un pibito de barrio que creció escuchando Bob Marley y Peter Tosh durante años, se volvió fanático del reggae y, después de una carrera muy extensa, se le da esta posibilidad. Es fuerte”, expresó el ex cantante de Todos Tus Muertos.
Sucesor del masivo “Internacional Love”, Tek a Ship” es un trabajo de 13 canciones, que logra recrear el sonido vintage de los clásicos discos de reggae jamaiquino grabados en los años '60 y '70, con muchos de los músicos que participaron en esas placas, como es el caso del saxofonista Dean Frazer y del trombonista Nambo Robinson, quienes trabajaron con Marley en “Survival”.
“Es un disco cien por ciento jamaiquino. El único argentino, entre comillas, soy yo. Es la única manera de emular el sonido de Jamaica. Podés tener las mismas máquinas, ingenieros que trabajen con los mismos programas, pero hay una atmósfera, una vibración que no se puede copiar. Pasan los años y ellos siguen siendo los número uno en ese sentido”, consideró Fidel.
Y añadió: “El otro día escuché un disco mío y caí. Antes no notaba la diferencia de sonido pero es abismal. Es como el dulce de leche. Podés llevar la receta para que lo hagan en otro lugar, pero lo probás y no es lo mismo”.
Además de todo lo referente al sonido, la similitud con el espíritu de los discos clásicos del género también aparece en la temática de las letras, las cuales hacen referencia a la resistencia contra la opresión del blanco y al regreso de los negros a África.
En tal sentido, la canción que le da el título al disco alude a la Black Star Line, la compañía naviera creada por el profeta negro Marcus Garvey en los años '20 para repatriar esclavos a Etiopía.
En ese tono, aparecen títulos como “Mucha presión”, “Vinimos para ganar”, “Mantener las raíces” y “Ackee Tree”, con la colaboración de Jah Thunder, entre otras.
Sin embargo, Fidel se reservó un espacio para hablar con crudeza de una ruptura amorosa, aunque aclaró que su intención principal era apelar a cuestiones afectivas que permitieran un autorreconocimiento en quienes escucharan las canciones, como en el caso de “Déjame pasar”, “Me abandonó” y “Mi corazón está ahí”.
“Quería escribir cosas que le hayan pasado a toda la gente al menos una vez en la vida. Quería tocar lo emocional porque eso es lo que te acompaña toda la vida y es lo fundamental en la vida humana”, apuntó el cantante.
A pesar de la felicidad que manifiesta sentir por “Tek a Ship”, no resultó una tarea sencilla para el músico lograr su objetivo de registrar la placa en Jamaica con la colaboración de las figuras más destacadas del género y todo el periplo dejó un anecdotario para todos los gustos.
-¿Cómo se surgió la idea de grabar allá?
Yo quería grabar en Jamaica. Empecé yendo para grabar un tema, pero volví a Argentina muy cebado. Me di cuenta que no podía sacar un disco con un tema grabado allá y el resto acá. Hubiera sido un grave error. Entonces volví y registré cuatro canciones más. Cuando escuché lo que sonaba y entendí que era lo mejor que había hecho en mi carrera, ya no dudé en completar el disco en Kingston, como correspondía. No me equivoqué.
-¿Cómo lograste cristalizar tu deseo?
Hasta el momento, era sólo un sueño más. Un día me llamó mi manager y me preguntó qué quería hacer. En ese momento, sentí que lo que pidiera se podía cumplir. Le hablé de Jamaica y de las ganas de que me produjera Bobby Digital. Aunque en ese momento no se pudo avanzar mucho, yo mismo busqué a Bobby, le escribí un mail en donde le contaba quién era y mis ganas de grabar con él. Al otro día me respondió que le interesaba y que siguiera las tratativas con su hijo Craig.
-Vos tenías un contrato con la compañía Popart que no continuó en este disco, ¿qué pasó?
La gente de la compañía en la que estaba los considero mis amigos más allá de los negocios. Para mí, eso es prioritario y así era nuestra relación. Cuando yo planteé lo de Jamaica me dijeron que la idea era buena pero que la plata no estaba. Me aclararon que no podían coartarme la carrera y que siguiera adelante. Si no prosperaba, ellos me iban a estar esperando con lo que podían ofrecerme. Ahí, mi manager me ofrece prestarme la plata porque confiaba en mí y en que iba a hacer algo que valiera la pena. Así empezaron nuestras incursiones a Kingston.
-¿Cómo fueron los primeros contactos con Bobby Digital?
En realidad, hubo un momento clave que fue cuando el hijo de Bobby me preguntó si quería que él mismo me produjera el disco y su padre se ocupara de la mezcla. Enseguida acepté y creo que eso fue lo que me allanó la relación. Yo vivía en el estudio y con Craig nos convertimos casi en hermanos. Y Bobby venía cada mañana, mezclaba y se iba. Casi no me hablaba. A veces, yo me sentaba en la consola al lado de él, me miraba, asentía con la cabeza mientras escuchaba algo y seguía con su trabajo.
-¿Vos intervenías de alguna manera? ¿Opinabas algo?
Muchas veces estaba tentado de decir algo, me costaba entender, pero me di cuenta que las cosas tenían que ser así. Si lo había buscado, tenía que dejarlo hacer. Con Bobby, poco a poco fuimos teniendo confianza.
-¿A los músicos que tocan en el disco los elegiste vos?
Yo no pedí un músico en sí. Ellos iban llamando a los músicos que consideraban apropiados para cada canción. Esos son momentos inolvidables porque, de repente, estaban los músicos que yo escuchaba de chico y admiraba tratando de sacar una canción mía.
-¿Cómo elegiste el nombre del disco?
Yo sabía que se tenía que llevar el nombre de un tema. Me gustaba “Déjame pasar” pero con el paso del tiempo ese título fue perdiendo fuerza. Y estaba “Tek a Ship”, que en principio se llamaba “Ethiopia” pero los técnicos en el estudio lo identificaban con ese nombre. Fue el único tema del que Bobby me dijo algo. De los demás no dijo nada, pero un día estaba mezclando “Tek a Ship” y me dijo que esa canción era muy buena. Ahí me decidí. No sé, los títulos son como un graffiti que escribiste en una pared. Los escribiste por un motivo, pasan los años y cada uno lo reinterpreta cómo quiere.
-Una vez terminado el material, ¿cómo diste con Pelo Music para lanzarlo?
Ofrecíamos el disco en todos lados y no pasaba nada. Pensé que Tutankamón tenía que salir del sarcófago, entonces me saqué las vendas y empecé a moverme yo mismo para conseguir sacar el disco. Llamé a un amigo mío que conoce toda mi carrera, le conté lo que pasaba y se lo hice escuchar. Él coincidió que era mi mejor trabajo y me propuso ir a ver a Pelo Aprile, quien lo escuchó completo sin pronunciar ni una palabra y, al terminar, con un apretón de mano me expresó que le interesaba mucho. Ahí entendí todo. Sin hablar de plata ni de contratos, me di cuenta que este disco salía por ahí.
-¿Cómo te sentís luego de haber de haber cumplido un sueño que aparecía de antemano tan complicado?
Es el sueño del pibe pero me cuesta disfrutarlo. ¿Podés creer? Yo siempre tengo que hacer, no puedo parar.
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